MUSEO NACIONAL DE ARQUEOLOGIA Y ETNOLOGIA

85 años conservando la Colección Nacional

Concebidos como la casa de las musas y la alta cultura, los museos son mucho más que un lugar para la contemplación. Además de las labores estandarizadas, su estrecha relación con el patrimonio los convierten en referentes culturales; aquellos lugares donde se presenta y recrea la historia, la grandeza y la belleza.

Guatemala en el siglo XXI, es producto de treinta siglos de historia; desde los pequeños asentamientos asociados con la domesticación del maíz y desarrollo de la alfarería, hasta la sociedad multilingüe y pluricultural que actualmente lucha por una vida pacífica, productiva y sostenible.

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La arqueología ha permitido identificar una dinámica historia de la cultura maya, que incluye importantes centros ceremoniales en el período Preclásico (2000 a.C. – 250 d.C.), grandes ciudades que dirigían las redes regionales de política y comercio durante el período Clásico (250 – 1000) y los orígenes de la diversidad cultural durante el período Posclásico (1000 – 1524/1697 d.C.). Sin lugar a dudas, el encuentro con los europeos y la época colonial ocasionaron una transformación histórica relevante, que se ve reflejada en el sistema político, económico, social y religioso de la población.

A principios del siglo XIX, a nivel regional se registra el proceso de independencia de la corona española y se reconfigura el territorio a partir del nacimiento de las naciones latinoamericanas, incluyendo a Guatemala. Múltiples luchas entre los conservadores y liberales han marcado el desarrollo sociopolítico del Estado de Guatemala, dibujado por los avances tecnológicos, la apertura comercial y el crecimiento económico en el marco de la globalización. Las mismas circunstancias han ocasionado también, un alto índice de conflictividad social, migración y desigualdad, factores que se intentan subsanar a partir de la conservación, el reconocimiento y la democratización del Patrimonio Cultural de la Nación.

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El presente artículo pretende mostrar cómo el Museo Nacional de Arqueología y Etnología de Guatemala (en adelante MUNAE), desde su creación en 1931, ha brindando un espacio para conservar, investigar y difundir el Patrimonio Cultural de la Nación, albergando la colección arqueológica maya más valiosa del planeta; un innegable medio para fortalecer la identidad de la sociedad guatemalteca. Al mismo tiempo, se presentarán las estrategias, programas y actividades a través de las cuales se democratiza la arqueología en el MUNAE, dando acceso a investigadores, aficionados, estudiantes, turistas y público en general, como resultado del esfuerzo por presentar y representar la riqueza cultural de Guatemala.

Museos: definiciones y usos en la sociedad actual.
La tradición de conservar, adquirir, estudiar y exhibir bienes culturales de gran valor artístico o histórico se puede rastrear al menos hasta el siglo III a.C. en muchas de las civilizaciones antiguas, especialmente la griega a través de los museion [templos dedicados a las Musas] y la pinakothéke [lugar para conservar los estandartes, los cuadros, las tablas y las obras de arte antiguo]. Mientras tanto, en diferentes contextos arqueológicos del continente americano, se han reportado un significativo número de monumentos conmemorativos, reliquias y antigüedades asociadas a espacios sagrados dentro de los asentamientos urbanos, que incluyen objetos ceremoniales que en muchos casos procedían de lugares distantes o estuvieron asociados con personajes históricos de singular valor.

Sin embargo, la historia moderna de los museos se remonta al año 1471 d.C., cuando fueron fundados los Museos Capitolinos del Vaticano, seguidos por un buen número de instituciones similares que abrieron sus puertas a las élites europeas, para mostrar majestuosas colecciones de arte, antigüedades y curiosidades (Varie-Bohan 1979). En el marco de la ilustración europea, instituciones culturales como los Museos Vaticanos (1506), la Galería Uffizzi en Florencia (1560), el Ashmolean Museum en Oxford (1683), la Gemäldegalerie Alte Meister de Dresden (1746), el British Museum en Londres (1753), el Museo del Prado en Madrid (1786) y el Musée du Louvre en París (1793), se convirtieron en referencias de la cultura universal, albergando extensas colecciones de bienes culturales provenientes de todos los rincones del planeta, como un afán de mostrar la evolución cultural de la humanidad, que identifica su cúspide en la erudita sociedad europea de la época.

En una dinámica simultánea y complementaria, la revolución industrial provocó el aumento del comercio a larga distancia y se incrementaron las posibilidades de ascender en la escala social, permitiendo la emergencia de un considerable número de nuevas familias acaudaladas, que al igual que las élites monárquicas de la edad media, necesitaban consumir los bienes que demostraban su nuevo estatus, incluido el ocio cultural. Durante el siglo XVIII y XIX, un gran número de museos abrieron sus puertas en ambos lados del Atlántico, derivados de los adelantos de la ilustración y alimentados a través de un creciente coleccionismo (Hernández 1992). Lo que surgió como un ejercicio estratégico para conservar las grandes colecciones de bienes culturales de las familias reales europeas, se había convertido en un mecanismo de diferenciación social, donde priva la superioridad de la cultura ilustrada y urbana sobre la iletrada y rural (Canclini 1999, Zamora 2011). Durante siglos, las coronas europeas y los estados emergentes del viejo continente han dedicado considerables esfuerzos para la adquisición, conservación y exposición de objetos que mostraran las particularidades de los territorios colonizados más allá del mar, conformando extensas colecciones de bienes culturales que constituyen una muestra de la historia universal, al menos desde la perspectiva occidental, que según algunos autores como Hugues Varie-Bohan (1979), forman parte del proceso colonialista, ya que el modelo del análisis y la concepción del patrimonio cultural también han sido impuestos por los países europeos.

En las primeras décadas del siglo XIX y como resultado del triunfo independentista que permitió el surgimiento de nuevos estados en el continente americano, se creó un alto número de museos nacionales en países como Brasil (1818), Perú (1822), Colombia (1823), México (1825), Argentina (1826), Chile (1830) y Estados Unidos (1846), entre otros; los que se convirtieron en una herramienta para la construcción de la identidad y el imaginario colectivo, la cohesión social, la vinculación territorial y el fortalecimiento del sentido de pertenencia en las sociedades descolonizadas (Bustamante 2012). Desde la antropología, este movimiento generalizado se ha interpretado como un esfuerzo identitario, a través de la representación de nociones abstractas y sentimentales, donde el patrimonio facilita la cohesión social y la unanimidad (Roigé y Frigolé 2010), lo que Prats (1998) reconoce como resultado de la representación y legitimación de las ideologías dominantes. Los museos nacionales no solamente han sido utilizados para la construcción de las identidades socioculturales, sino también para presentarse ante el mundo y representar al estado y la sociedad que lo conforma.

A pesar que los museos cuentan con una historia prolongada, es hasta 1946 cuando el Consejo Internacional de Museos (ICOM) establece la primera definición oficial:

"La palabra museo incluye todas las colecciones abiertas al público, de material artístico, técnico, científico, histórico o arqueológico, incluyendo jardines zoológicos y botánicos, excluyendo bibliotecas, excepto en cuanto ellas tengan salas de exhibición"

Desde entonces, la definición ha tenido importantes incorporaciones, en 1951 destaca que un museo es "…cualquier establecimiento permanente, administrado en el interés general…", para 1961 se reconocen como "…cualquier institución que conserve y exhiba [sus colecciones], con propósitos de estudio, educación y disfrute…". A partir de 1974 se reconoce que un museo "…es una institución sin ánimo de lucro, permanente, al servicio de la sociedad y su desarrollo…", definición que únicamente ha variado en 2007 cuando se incluye que los museos gestionan "…el patrimonio material e inmaterial de la humanidad…" (ICOM 2007)

De acuerdo con Hernández (1992), el concepto de los museos ha evolucionado a través de la historia, como parte de una relación dinámica que se va desarrollando hasta nuestros días, llegando a ocasionar una fuerte crisis en la identidad de las instituciones museísticas actuales. A partir de las concepciones originales del museo, en el pasado la adquisición de bienes culturales y el incremento de las colecciones ocupaban una posición central, otorgándole al museo un carácter casi sagrado y erudito, donde se podía admirar y contemplar las obras de arte. Con el tiempo se incorporaron otras funciones que transformaron a los museos en un lugar de estudio e investigación, con el fin de comunicar los resultados del estudio de las colecciones. En los últimos años ha surgido una nueva corriente de museos que centran la labor de la institución en el servicio público que ofrecen a sus visitantes, llegando en algunos casos a suplantar el resto de funciones de la institución. El museo se está convirtiendo en un medio de comunicación de masas, pasando del carácter sagrado del museo a la concepción del museo-mercado, que oferta productos culturales que son consumidos por el gran público. No cabe duda que la crisis de identidad de los museos se debe a que encontramos por una parte las colecciones y por otra, el público, sin llegar a alcanzar un equilibrio entre ellas.

HISTORIA DEL MUNAE

La antigua composición multiétnica de Guatemala nos es revelada día tras día por medio de las investigaciones arqueológicas, antropológicas y lingüísticas, que atestiguan la grandeza y conocimiento alcanzados por estos pueblos milenarios que forman la raíz fundamental de nuestro país en la actualidad

El Museo Nacional de Arqueología y Etnología cuenta con una valiosa colección de objetos, tanto ceremoniales como de uso cotidiano, recuperados en excavaciones científicas autorizadas legalmente por el Gobierno de Guatemala a través del Instituto de Antropología e Historia. La exhibición se presenta por temáticas especificas así como también siguiendo un orden cronológico para las tres regiones en que está dividido el país arqueológicamente

Doctor Juan Antonio Valdés.

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LA HISTORIA

En 1976 se creó el Gabinete de Historia Natural, considerado el primer museo que existió en Guatemala, incluyendo una colección de selección de objetos arqueológicos, muestras minerales y especímenes de la botánica. Su existencia fue muy breve y cerró sus puertas en el año 1801.

El 29 de octubre de 1831 el gobierno emitió el decreto para la creación de un museo en el cual se debía depositar toda especie de curiosidades de las ciencias y las artes, un esfuerzo que logró materializarse hasta el año 1966 cuando se inauguró el Museo de la Sociedad Económica de Amigos del País. Este museo contaba con los departamentos de Etnografía, Historia Natural y Biblioteca, funcionando en el mismo predio que hoy ocupa el Congreso Nacional de la República. En 1881 fue clausurado este museo y su colección pasó a formar parte del Museo de Historia Natural de la Facultad de Medicina de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

El 30 de junio de 1898 se ordenó la creación del primer Museo Nacional para conmemorar el XXVII aniversario de la Revolución Liberal de 1871. El Museo se situaba en el Palacio de La Reforma, que fue destruido por los terremotos de 1917-1918, cuando el museo tuvo que cerrar sus puertas una vez más.

El Museo Nacional de Arqueología y Etnología fue fundado en un acto oficial del 28 de junio de 1931 por mandato de la presidencia a cargo del General Jorge Ubico. La primera sede ocupada por el MUNAE fue el Salón del Té de la Finca La Aurora, donde se presentó la primera exposición permanente que incluía piezas arqueológicas y monumentos escultóricos provenientes de Piedras Negras, Uaxactun y Kaminal Juyu..

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En 1946 el gobierno del Doctor Juan José Arévalo, trasladó el Museo Nacional al Edificio No. 5 de la Finca La Aurora, donde funciona hasta la fecha. En 1972, fue necesario cerrar el Museo al público, debido a los problemas estructurales del edificio, el cual se reforzó y acondicionó para brindar la seguridad necesaria. En aquel momento, se aprovechó la oportunidad para remodelar el interior y realizar un proyecto museográfico que permitiera una presentación más adecuada de las exhibiciones.

El Museo se volvió a abrir en 1977, aunque el montaje completo se concluyó hasta 1980 (Guerra de González 1996). En 1987 se realizó el primer Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, que reúne a los investigadores más destacados de la arqueología maya a nivel mundial. Cada año se realizan más de 120 conferencias sobre investigaciones científicas, avances en la interpretación de la arqueología maya y programas de conservación del patrimonio cultural de la nación. Más de 2500 artículos se han publicado en las memorias del Simposio, contribuyendo a la difusión de la riqueza cultural de Guatemala.

En el año XXXX se inició una nueva etapa para el MUNAE por medio del establecimiento de un Convenio de Cooperación con la Fundación G&T [hoy Fundación G&T Contintental]. Por medio de una metodología participativa, en el año 2003 se formuló el Plan de Reestructuración del MUNAE con el apoyo de la Embajada de los Estados Unidos. Esta planificación institucional permitió orientar la cooperación técnica y financiera de múltiples entidades nacionales y extranjeras. Se han desarrollado numerosos proyectos para la conservación de la Colección Nacional, se ha fortalecido la gestión institucional y se han modernizado las exposiciones permanentes, especialmente en el área arqueológica.

En el año 2007 se inauguró la Sala de Piezas Maestras, en 2012 se renovó la Sala Clásico I y en 2015 se inauguró la Renovación Integral de la Sala Preclásico. Luego de cumplir con los objetivos del Plan de Reestructuración 2003, la institución cultural más relevante de Guatemala está encaminando sus pasos por medio del Plan de Gestión MUNAE 2031, la intención es diseñar e implementar una estrategia de preparación, renovación y modernización institucional, para conmemorar el primer centenario del Museo Nacional de Arqueología y Etnología, con los más altos estándares internacionales en la gestión de museos y colecciones, para convertirse en referente cultural a nivel regional y seguir contribuyendo con el fortalecimiento de las identidades culturales y la protección del Patrimonio Cultural de la Nación (Aquino 2013a).

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